Una de las principales preocupaciones de los padres al enseñarles a sus pequeños a cepillarse los dientes es evitar que los niños se coman la pasta dentífrica, lo que podría generarles problemas de salud. A pesar de este riesgo, la pasta puede y debe ser utilizada desde el momento en que le aparecen los primeros dientes al niño- entre seis meses y un año de edad.
Uno de los peligros menos severos de la ingesta de flúor en los pequeños es el malestar estomacal. Cuando una cantidad excesiva de fluoruro entra en contacto con el tracto gastrointestinal, el ácido fluorhídrico corroe las paredes del estómago. Como consecuencia, el niño experimentará problemas estomacales, como náuseas, diarrea y calambres.
Otro problema es la fluorosis dental. Si bien no causa ningún tipo de complicación física inmediata, el exceso daña el diente del niño. Siempre que el pequeño come una cantidad de pasta dental, el fluoruro daña las células responsables de la creación del esmalte.
Los padres deben poner atención a la cantidad de pasta que se usa en el cepillado y la cantidad de flúor en su composición. Cuando el niño aún tiene pocos dientes en la boca, la cantidad de pasta debe ser similar a un granito de arroz. Al contar con casi todos los dientes (al menos 2/3), la cantidad debe ser equivalente al tamaño de un guisante.
“Lo más importante es asegurarse de que la pasta contenga flúor, clave para combatir la caries dental, pero en la cantidad adecuada “.
La supervisión de los padres es fundamental para que el niño no se trague el producto. “Siempre recomiendo que los padres se cepillen los dientes junto con los hijos hasta que completen siete años. Además de ser un ejemplo, los papás pueden controlar cómo se cepillan los pequeños”.
Es importante saber elegir el sabor de la pasta de dientes pues muchos adultos optan comprar pastas con sabores agradables (como tutti frutti o fresa, por ejemplo) en un intento de fomentar el gusto por el ritual del cepillado.
Fuente: Terra.cl/saludbucal